Lima, 30 sep (Prensa Latina) Los trabajadores, y en especial las mujeres y los jóvenes, son las principales víctimas colaterales de la pandemia de Covid-19 en Latinoamérica, donde lanzó al desempleo a por lo menos 34 millones de personas, según un documento conocido hoy aquí.
La impresionante cifra fue incluida en el segundo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el impacto de la enfermedad en el ámbito laboral, presentado en una conferencia de prensa virtual por su director para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.
El funcionario internacional señaló que la peor crisis laboral de la historia de la región podría agravar las desigualdades que afectan a casi todas las naciones del área.
«Enfrentamos un desafío sin precedentes, el de la reconstrucción de los mercados laborales de la región, lo cual implica enfrentar fallas estructurales que se han agudizado con la pandemia, como son la baja productividad, la alta informalidad y la desigualdad de ingresos y de oportunidades de trabajo decente», dijo Pinheiro.
La crisis laboral se expresa en una drástica contracción de la posibilidades de empleo y en la reducción de las horas trabajadas y de los ingresos, y en el tercer trimestre del año se registró una incipiente recuperación del empleo.
«Los indicios preliminares de recuperación son una noticia positiva, pero el impacto de la Covid-19 en el trabajo y en las empresas fue enorme, y el camino por recorrer es largo», advirtió.
Consideró necesario replantear las bases de la reactivación de la economía con seguridad sanitaria de los negocios y creación de más y mejores empleos.
La cifra de 34 millones de puestos de trabajo perdidos no corresponde al total, sino a la información de nueve países que suman más de 80 por ciento de la población económicamente activa regional.
En esos países -Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Paraguay, Perú y Uruguay- la tasa de ocupación llegó a un promedio de 51,1 por ciento en el primer semestre del año, siendo «el menor valor mínimo histórico», apunta el informe.
Tras señalar que la crisis estaría exacerbando los elevados niveles de desigualdad de la región, señala que «los trabajadores más afectados por la crisis están entre los sectores de población de menores recursos, con empleos informales o en situación de desventaja y vulnerabilidad.
Dice también que el déficit de trabajo formal afecta a los jóvenes, mujeres y adultos con menores calificaciones.
Ante el sombrío panorama, Pinheiro planteó la necesidad de «fortalecer los mecanismos de diálogo social para la concertación de pactos o acuerdos nacionales».
Tales mecanismos deben llevar, añadió, a «una recuperación económica con transformación productiva, formalización, protección social y transición justa hacia modelos de desarrollo más sostenibles e inclusivos».